Esta semana estaba en la redacción montando imágenes de un nuevo atentado en Irak... ¡Eran espeluznantes!... Griteríos, iraquies sacando a los ciudadanos ensangrentados a rastras, ambulancias como sacadas de una película de los años 20, volando entre los cadáveres... Pero no sentía nada. Ni dolor, ni tristeza, ni nada... Me limitaba a adjuntar imágenes como lo hace un editor de cine, buscando mostrarle al público, a la audiencia ávida de información... la realidad... Y me sorprendió mucho. Hasta donde estamos llegando.
Estamos tan acostumbrados a ver actos terroristas, escenas ensangrentadas y de violencia en las películas, muertes, sangre y dolor... que ya no nos afectan. No nos duele. Pasan por nuestas retinas, como pasan las cosas normales de la vida... como pasa la gente por la calle, el día y la noche. Sin dolor. Con la normalidad del que ve un niño reir a carcajadas. Igual.
Creo que nuestra generación, está acostumbrada a ver el dolor. Todo lo que vemos en la pantalla de nuestras televisiones, es como si fuera mentira. "Son actores", "No está pasando"... Creo que algo en nuestra mente debe pensar así, cuando vemos un coche bomba estallar y morir cientos de personas... y más si es lejos de casa. Cuando es en casa, como el Atentado del 11M... sí que afecta... pero porque era nuestra casa, nuestra ciudad... y esos que lloran son menos actores que los otros. Aún así... no sufrimos tanto. Nos hemos hecho al dolor (Al cabo del tiempo se olvida...).
Esto mismo pensaba mientras elegía las imágenes más duras. Se acercó un compañero y me dijo... "si te da cosilla lo hago yo"... y me sorprendió el que no me diera..., yo... que soy tan sensible y sufro por solo ver llorar a alguien. Cuando le dije "No te preocupes, no hace falta"... me dijo... sí, nosotros también estamos ya acostumbrados a verlo. Y es triste.
Es igual que cuando vemos imágenes de niños muréndose de hambre en África... pasan por nuestas retinas sin permanecer mucho rato. Sí... por momentos piensas "Vaya!"..."Qué horror...que penita"... Pero a las horas nos entra hambre y comemos, sin pensar que ellos aún están allí así, con hambre...y que eran de verdad... y quizá ese niño que llora, a estas horas esté muerto. Nadie se levanta y corre a hacer sus maletas y va a ayudarle. Simplemente se resigna.
Creo que nuestra generación ha perdido la inocencia y la capacidad de sorpresa. Quizá la televisión o el cine, nos la ha quitado.
Quizá nosostros, los periodistas...somos los más perjudicados. La velocidad que se exige en nuestro trabajo, hace que nos insensibilicemos un poco más. Urge entregar el video, y no hay tiempo para pensar en el trasfondo... Pero quizá también tengamos algo bueno, o mucho de bueno... si no fuera por nosotros, por los que difunden (prensa, televisiones, radios...), por lo que lo filman... ni siquiera se sabría que el sufrimient existe. Que hay guerras y que hay que luchar contra ello. Quizá es verdad que nosotros somos lo que nos enseñan en las Universidades: El intermediario. El mensajero. Enseñamos la realidad y decimos "Mira esto ha pasado hace dos horas... hay que hacer algo". Y ese mensaje lo recoge quien tiene poder para hacer algo. Aunque esto suponga que paguemos el precio... de la pérdida de la inocencia...
Estamos tan acostumbrados a ver actos terroristas, escenas ensangrentadas y de violencia en las películas, muertes, sangre y dolor... que ya no nos afectan. No nos duele. Pasan por nuestas retinas, como pasan las cosas normales de la vida... como pasa la gente por la calle, el día y la noche. Sin dolor. Con la normalidad del que ve un niño reir a carcajadas. Igual.
Creo que nuestra generación, está acostumbrada a ver el dolor. Todo lo que vemos en la pantalla de nuestras televisiones, es como si fuera mentira. "Son actores", "No está pasando"... Creo que algo en nuestra mente debe pensar así, cuando vemos un coche bomba estallar y morir cientos de personas... y más si es lejos de casa. Cuando es en casa, como el Atentado del 11M... sí que afecta... pero porque era nuestra casa, nuestra ciudad... y esos que lloran son menos actores que los otros. Aún así... no sufrimos tanto. Nos hemos hecho al dolor (Al cabo del tiempo se olvida...).
Esto mismo pensaba mientras elegía las imágenes más duras. Se acercó un compañero y me dijo... "si te da cosilla lo hago yo"... y me sorprendió el que no me diera..., yo... que soy tan sensible y sufro por solo ver llorar a alguien. Cuando le dije "No te preocupes, no hace falta"... me dijo... sí, nosotros también estamos ya acostumbrados a verlo. Y es triste.
Es igual que cuando vemos imágenes de niños muréndose de hambre en África... pasan por nuestas retinas sin permanecer mucho rato. Sí... por momentos piensas "Vaya!"..."Qué horror...que penita"... Pero a las horas nos entra hambre y comemos, sin pensar que ellos aún están allí así, con hambre...y que eran de verdad... y quizá ese niño que llora, a estas horas esté muerto. Nadie se levanta y corre a hacer sus maletas y va a ayudarle. Simplemente se resigna.
Creo que nuestra generación ha perdido la inocencia y la capacidad de sorpresa. Quizá la televisión o el cine, nos la ha quitado.
Quizá nosostros, los periodistas...somos los más perjudicados. La velocidad que se exige en nuestro trabajo, hace que nos insensibilicemos un poco más. Urge entregar el video, y no hay tiempo para pensar en el trasfondo... Pero quizá también tengamos algo bueno, o mucho de bueno... si no fuera por nosotros, por los que difunden (prensa, televisiones, radios...), por lo que lo filman... ni siquiera se sabría que el sufrimient existe. Que hay guerras y que hay que luchar contra ello. Quizá es verdad que nosotros somos lo que nos enseñan en las Universidades: El intermediario. El mensajero. Enseñamos la realidad y decimos "Mira esto ha pasado hace dos horas... hay que hacer algo". Y ese mensaje lo recoge quien tiene poder para hacer algo. Aunque esto suponga que paguemos el precio... de la pérdida de la inocencia...
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