BAILANDO ENTRE CHARCOS

Este es un post ñoño... ya os aviso... (Iceman tu que eres como yo un poco de hielo mejor no lo leas... podría herir tu sensibilidad, jaj)... Este es un post de esos que no me gustan escribir... en los que metes metafóricamente la mano en el alma y sacas todo, te quitas el caparazón y lo vuelcas sin tapujos... dejando al aire libre un cuerpo cálido, frágil...y de cristal.

Bien, este es un post de mierda, hablando claro, jaja!!...Allá va...

Me paso el día bailando... No, no me he convertido en Alaska (aunque mi voz cantando es casi tan rara como la suya)... pero bailo sí... bailo mucho, enérgicamente, giro, y doy vueltas sobre mí misma, hasta que mis piernas dejan de responderme. Solo bailando se me quitan las penas. Bailar me eleva, me hace sentir bien, es por ello que es mi mayor medicina, la medicina del alma. Me piedo en la música. Qué sabias eran las antiguas tribus (y las modernas), que danzaban y danzaban hasta alejar los malos espíritus. Yo, quizá bailo un pòco para ello. Para expantar los malos royos, la ira, la tristeza... y no paro hasta que mi corazón se desvoca, entonces vuelvo a renacer, tras el trance.

El motivo de mi baile tonto... es que estoy harta. ¿De qué? de todo, de todos... de ser siempre yo la que tire del carro de todo el mundo, de caerme y levantarme, y regenerarme como un tamagochi, de que al final todo el mundo te falle... ¿Cuantas vidas habré gastado ya? Creo que muchas. Quizá todas.

A veces me gustaría irme lejos, quizá lo haga algún día... y empezar de nuevo. Me gustaría ir al país del "Siempre", donde nadie te juzga, donde nadie te presiona, donde nadie te quiere cambiar.

El otro día vi a Peto. Me llamó llorando. Había tenido una bronca muy fuerte en su casa y me llamó para que estuviera con él como amiga. A pesar de que ya no estamos juntos, ya sabeis que tenemos un vínculo fuerte, porque antes de ser novios, fuimos mejores amigos... y siempre he pensado que eso siempre quedaría (Claro que yo soy la única empadronada en el país de "Siempre"... nadie más que yo vive en ese mundo ideal, donde siempre es posible todo).

Pues me llamó y rauda y veloz como una corredora de 100 metros lisos, fui a consolarle... a abrazarle y estar con el, y decirle que no pasaría nada, que siempre estaría a su lado para lo que necesitara. Hasta ahí todo bien... hasta que se me ocurrió hablar de mi nueva vida de soltera. Una vida, la verdad en la que solo curro, y salgo bastante poco (porque no dispongo de tiempo no por otra cosa). Se me ocurrió comentarle que el viernes me había invitado a un cumpleaños una de mis mejores amigas, cumple al que por supuesto iba a ir, y comentarle algunos de mis días de salir por ahí, de amigos, etc... (se lo contaba como se lo cuentas a un colega). Esa fue la mecha que encendió toda una bomba de relojería. En qué hora se me ocurrió contrale nada.

Llevado por unos celos absurdos, se enfadó conmigo...a ver... yo no entendía nada, encima que estaba allí para estar con él y ayudarle. Y vinieron los reproches (que si nunca me llevaste, que si nunca te fuiste conmigo, que si nunca, nunca, nunca...)... Hecha un mar de lágrimas me fui a mi casa, mientras me prometía a mi misma no volver a verle.

Pues eso, me gustaría hacer las maletas e irme a mi paraiso personal, donde la gente aprecia las buenas acciones, donde nadie intenta moldearte a su gusto personal. Quizá algún día me vaya lejos. Quizá Peto y más personas se den cuenta de lo que perdieron.

¿Por qué la gente quiere cambiar a las personas?

Un beso chicos!!